Es bastante común entre las personas que no están habituadas a las nuevas tecnologías y más específicamente a la realidad virtual o al uso de gafas, confundir la VR con los vídeos 360°. Aunque puedan parecer lo mismo, este tipo de experiencias mantienen muchas diferencias entre sí..
Para empezar, un vídeo de 360 grados está grabado con soporte especial, generalmente múltiples cámaras, o usando una cámara con varias lentes. Lo que obtenemos es un vídeo que se reproduce a la vez en toda la extensión del campo visual. Con ello, permitirá al usuario desplazarse por los 360 grados de la escena moviendo la cabeza en todas las direcciones, o bien, utilizando el smartphone, cursor del ordenador, etc.
Por otro lado, la realidad virtual es un mundo completamente nuevo en 3D creado con programación donde el usuario podrá adentrarse, necesitando unas gafas VR en todos los casos. Esto significa que no existen prácticamente límites para la creación de experiencias ya que parten desde cero, pudiendo incluso programar los objetos para que sean interactuables y moverse con total libertad por el escenario.
En resumen, la principal diferencia en cuanto a sensación de inmersión entre el vídeo 360 y la realidad virtual es que la VR incorpora 3D, lo que consigue crear la sensación de profundidad que no consiguen lograr los vídeos 360, además de que en este, la única interacción posible es mover el vídeo hacia el ángulo que queremos ver, pero sin libertad de movimiento, es decir, solo se podrá mirar desde el punto donde el vídeo fue grabado, mientras que la VR permite la libertad total de movimiento.
Alberto Vivaracho, Prexenz VR-AR Studio